La moda que
se ha impuesto en espectáculos y recreaciones en base a una temática histórica,
no le es ajena a nadie: actualmente hay al menos una feria “medieval” en cada
pueblo o región. Todo buen mercader, actor, músico o saltimbanqui que desee
participar en tales eventos debe vestirse, por tanto, para la ocasión. Así
pues, ¿qué prenda o prendas se necesitarán para un buen atuendo? Una camisa
ibicenca con pantalones bombachos no nos sirve. Una chilaba de todo a cien
tampoco. Llegados a este punto, haríamos bien en conseguir una buena “túnica” o
un buen “vestido medieval”.
Actualmente,
en el mercado, podemos encontrar empresas por doquier que ofrecen un sencillo
vestuario histórico de túnicas de toda clase que nos podrán solucionar el
problema con rapidez. Pero, cuidado, hay que educar el ojo para no perdernos en
una amplia gama de ropa que abarca desde el disfraz de monje al corpiño gótico
con tachuelas. De ahí la necesidad de concretar algunos aspectos y, para ello,
cogeremos como base el vestuario occidental del s.XII.
Empecemos,
pues, por establecer una jerarquía de capas de ropa que, en una versión
simplificada, podría resumirse en: prendas de debajo, de encima y de sobretodo.
o
En las de debajo son básicas las calzas y la
túnica de tono claro. Las calzas, para los recreacionistas, serán hechas a
medida de lino o algodón pero pueden ser sustituidas por leotardos de colores
(no así por pantis de lycra, debido a su carácter transparente). En cuanto a la
“túnica” de debajo, deberíamos procurarnos una de mangas ajustadas y falda
holgada, de largo hasta los tobillos (en el caso de las mujeres) y de largo
variable de rodillas a tobillos (para los hombres).
o
En las prendas de encima se encuentra el ancho
abanico de lo que comúnmente se llaman “túnicas”. La riqueza de éstas se debe a
su variabilidad de tipos de mangas (anchas, plisadas, abullonadas, sin mangas),
de cuellos (cordados, cerrados, amigaut) o de acabados decorativos. Sería
conveniente elegir una composición de algodón o lino en una gama de colores
armonizados, evitando los azules y los tonos saturados.
o
Y, en el sobretodo, hallamos las prendas de
abrigo como las capas que, aunque no sean de lana pura, deben dar una sensación
de protección y resistencia.
Aquí, un cuarto punto debería
ser el de los complementos de vestuario con los que podemos completar un traje
“medieval”: gorros y tocados, zapatos discretos de suela plana y cinturón con
limosnera. Estos complementos son los que nos permitirá crear el perfil de
nuestro personaje del medioevo; aunque éste es un tema extenso que debe
tratarse más adelante.
Finalmente, y para que el
conjunto resulte atractivo, deben dejarse ver todas las ropas que forman el
vestuario, cuidando siempre la combinación de colores. El resultado será un
atuendo un poco más cercano al concepto “medieval” (teniendo en cuenta que la
base partía del occidental del s. XII) y nos permitirá disfrutar de la caminata
por las callejuelas del casco antiguo, entre tenderetes, trovadores y algún
que otro habitante del futuro.
Camino que no hay que seguir
Por aquí mejor
Y excelente por aquí