Así
nombraron los vanidosos renacentistas a una gran época de oscuridad e
ignorancia, un tiempo que no había producido nada merecedor de ser estudiado.
Este período de la historia gobernado por reyes, terratenientes y
teocentristas, lleno de guerras, hambre y suciedad, podía ser fácilmente
superado por la novedosa y definitiva visión humanista.
Bueno… A lo
mejor no pasó exactamente así.
No, la
sociedad medieval no estaba formada por paletos bajo el yugo del feudalismo y,
no, la Inquisición no fue creada en esta época por religiosos ávidos de poder.
Así, si intentamos una reflexión más profunda, veremos que muchos de los
tópicos y prejuicios sobre la Edad Media, aún vigentes en la actualidad, no
tienen fundamento histórico.
En primer
lugar, hay que ser consciente de que la Edad Media se inicia sobre el siglo V y
termina a mediados del XV; éste un período demasiado extenso como para obviar
la riqueza y variedad del mundo medieval o ¿es que no hubo cambios y
evoluciones en el pensamiento y la cultura durante 1000 años?! Hay que fijarse
bien en como esos cambios fueron definiendo la sociedad durante la Edad Media;
podemos observarlos, por ejemplo, en ámbitos arquitectónicos, musicales o
pictóricos, aunque es en el vestuario dónde mejor se refleja la vida del
Medioevo.
Una búsqueda
en la red con las palabras ‘traje medieval’ o ‘vestido Edad Media’ puede darnos
resultados de lo más variopintos y la cosa no mejora aún cuando concretamos la
búsqueda en ‘túnica medieval s.X’.
Hay que
tener en cuenta que la moda evolucionó a lo largo de los diez siglos que nos
ocupan y, por lo tanto, nada tiene que ver la ropa de un campesino en el s.VII,
de la del s.XII o de la de finales del XIV. En segundo lugar, hay que observar
las diferencias modales según la situación geográfica o la religión: dista
mucho la estética de un cristiano de Arles a la de un cristiano de
Constantinopla, o la de un judío de Toledo a la de un árabe de Córdoba. Otro
aspecto a considerar es el estatus social de los pobladores medievales, ya que esto
proporcionará información sobre la calidad de los tejidos y la calidad de los
ropajes. Y, aún observando estos tres aspectos, el estudio puede afinarse con
la concreción del vestuario según el oficio, la edad y hasta ¡el estado de
salud!
Ahora bien,
la cosa se complica cuando la terminología moderna que aplicamos al mundo de la
vestimenta no nos sirve para referirnos a las prendas de la época medieval.
Así, por tanto, hablar de ‘túnica’ puede referirse a diversas prendas según
forme parte de la ropa interior, de la ropa de encima o de la de abrigo; y, aún
dentro de estas clasificaciones, el nombre de una ‘túnica’ puede cambiar según
el tipo de mangas o el acabado de los bordados. A partir de ahí, hay que
conocer más allá de lo que comúnmente llamamos ‘túnicas, capas, zapatos,
armaduras…’; existen también muchos tipos de tocados, complementos militares,
mantos…, por nombrar algunos.
En fin,
nuestra visión del concepto ‘medieval’ debe cambiar para bien y permitirnos
profundizar en este mundo lleno de tesoros y conocimientos. Son muchos los
espectáculos o las películas consideradas de “inspiración histórica”, aunque no
todas ellas se han ganado ese nombre; un buen ojo crítico nos permitirá
disfrutar mucho más de la estética y las formas de la moda de la Edad Media.
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